Abr, 2020
Era un domingo de finales de abril del año 2007. Por aquel entonces no había Instagram, ni WhatsApp, ni Covid19. Nagore y yo pasamos todo el día y buena parte de la madrugada encerradas en su cuarto, puliendo hasta la última coma de lo que al día siguiente sería el número 1 de la revista Zazpi.
De cuando en cuando su ama nos tocaba la puerta y se asomaba tímidamente para ofrecernos un tentempié. A sus ojos supongo que todo aquello no era más que un trabajo entre amigas, pero para nosotras suponía todo un reto: ¡estábamos diseñando una revista!
El lunes a las 9:00 de la mañana quedamos para ir juntas hasta Rentería. Allí una agencia de comunicación debía comprobar nuestro trabajo antes de mandar a imprenta. “No he dormido nada” me confesó Nagore. “Yo tampoco” respondí con una sonrisa y unas profundas ojeras que había tratado de disimular usando corrector.
Nagore era la primera vez que conducía hasta Rentería. Yo era la primera vez que editaba una revista y Koro, la gerente de la agencia de comunicación encargada de dar el visto bueno al trabajo, era la primera vez que atendía a dos veinteañeras ilusionadas hasta la médula con una nueva revista bajo el brazo.
“Chicas, vamos a ello ” nos dijo Koro mientras abría nuestra maqueta. Nagore y yo nos sentamos tras ella y al verla trabajar nos dimos cuenta de que nos quedaba un largo camino por recorrer.
Ahora, 13 años después, sigo aprendiendo, sigo observando y manteniendo la misma ilusión de aquel domingo de finales de abril.